lunes, 27 de diciembre de 2010

jueves, 23 de diciembre de 2010

Paseo dominical por Londres.



El fin de semana pasado cayó una nevada de enjundia en Inglaterra. Tanto que el aeropuerto de Heathrow tuvo que cancelar todos sus vuelos. Aunque dicen por aquí que fue más por la mala gestión que por el blanco elemento. Aprovechando mi domingo festivo, me decidí a ver cómo había quedado Londres cubierto de nieve. En el metro había una familia española volviendo del aeropuerto con su gozo en un pozo. Su vuelo se había cancelado “sine die” y se veían obligados a prolongar su estancia en tierras británicas.
Esa misma mañana había visitado una página en internet que explicaba cómo llegar a la casa donde vivía el célebre cantante Freddie Mercury. Como tengo bastante de mitómano, pensé que era visita obligada para un seguidor suyo. Así que seguí las indicaciones de la web, y llegué sin mucha dificultad. El resultado fue bastante pobre. Un muro con una puerta y unas cuantas firmas de fans que no parecían tan decepcionados como yo. Se ve que ahora esa es la casa de la antigua amante de Mercury. Y no creo que le haga mucha gracia que vaya la gente a dar por saco. Parece que lo consigue.
En las calles había nieve, pero las calzadas estaban limpias. Así que la estampa tampoco era muy vistosa. Se me ocurrió que el Hyde Park luciría más, y allí me dirigí. La verdad es que la caminata mereció la pena. Hyde Park estaba totalmente cubierto por la nieve y hasta los lagos estaban helados. Pero lo mejor, sin duda, me esperaba en la zona conocida como Marble Arch. Allí, improvisados predicadores subidos a humildes escaleras sentaban cátedra sobre lo divino, más que lo humano. Había 3 ó 4, y por lo visto, cada uno tiraba para una religión distinta. Lo que más me llamó la atención es que había gente, no sólo escuchando, sino haciendo objeciones y preguntas con gran interés. En España no concibo algo similar.
Seguí vagando por las calles de la capital, cuando ya vencido por el frío y el cansancio, un hallazgo entrañable me hizo renacer. En una tienda de ultramarinos había un belén expuesto en el escaparate. Ya sé que estamos cerca de la Navidad, y no debería sorprenderme. Pero era el primero y único que he visto desde mi llegada a la Pérfida Albión. Observé que los dueños eran orientales, lo cual me acabó de desconcertar. Hasta que se me ocurrió que pudieran ser filipinos, como así pude confirmar. Es curioso que habiendo tanto español en Londres, los que consiguieron despertar mi nostalgia fueran nuestros antiguos hermanos de las lejanas islas del Pacífico.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Trabajando de "lo suyo"

Hace unos días me llamó la agencia que me había ofrecido algún trabajo como camarero. Esta vez se trataba de una oferta no muy tentadora. Limpiar en un gimnasio con el durísimo horario de 5 de la mañana a 1 de la tarde. Además la idea era entrar en la rotación de la empresa, es decir, no era para unos días o un par de semanas. Mi situación no era para echar cohetes, pero tenía algunos trabajillos en el horizonte. La idea de levantarme todos los días a las 4 y media para ir a limpiar no me convenció en absoluto. Así que les comenté a los de la agencia que semejante tortura no la podría soportar indefinidamente. A lo sumo, 2 semanas.
No debieron encontrar muchos candidatos para cubrir algo tan poco tentador, ya que el domingo por la tarde me preguntaron si podría hacer el trabajo por dos semanas. Tenía curiosidad por ver cómo era el gimnasio. Además estaba muy cerca de mi casa, y pensé que no me vendría mal el dinerito de trabajar 2 semanas. Así que acepté. Eso sí, no pude evitar preguntarles en plan de coña si tendría que llevar chaleco o corbata para el trabajo. Me dijeron que no, pero que llevara camisa blanca y pantalones negros. Me sonó un poco raro, pero por si acaso los metí en la mochila.
A una hora en la que debería estar prohibido o muy bien pagado trabajar, me presenté en el “Leisure Club”, del hotel Marriot, donde me esperaba el mánager. Se trataba de un portugués bastante joven con un cierto pasado futbolístico en Inglaterra que no acabé de entender bien. Como suele ser habitual por estos lares, resultó bastante simpático y educado. Muy alejado del modelo “fierica”, ya descrito en el blog. Me explicó mis tareas, que consistían en mantener limpio y en orden el gimnasio, los vestuarios y la piscina. También dijo que tendría que ir hecho un pincel, con camisa blanca, pantalones negros y bien afeitado, ya que se trata de un hotel con elevados estándares de calidad.
El gimnasio abre a las 6. Y aunque parezca increíble, a las 6 menos 10 de la mañana, siempre hay dos o tres personas esperando para entrar. El trabajo en sí, no es muy lucido, pero es bastante llevadero. No se trata de limpiar habitaciones de un hotel, ni de adecentar los baños de un parque público. Básicamente consiste en dar vueltas por las instalaciones vigilando que todo esté en orden y limpio. Me llevo muy bien con los compañeros. Tanto que algunos ya están enseñándome jerga londinense. El hotel me ofrece el desayuno y la comida. El jefe me da las gracias muchos días por el trabajo y no está encima de mí dando la brasa. Y lo de madrugar no es que me guste, pero no es tan terrible. Así que he decidido continuar, más allá de las dos semanas previstas. Se supone que este trabajo no es de “lo mío”. Pero si “lo mío” es trabajar 50 o 60 horas a la semana sin que me paguen horas extra ni me lo agradezcan, rezar para que el jefe no tenga el día cruzado, no poder planear ninguna actividad personal porque no sé a qué hora voy a salir del trabajo y encima tener que estar agradecido, prefiero trabajar de “lo suyo”.

martes, 9 de noviembre de 2010

Curiosa entrevista

Un día que me levanté con ganas de caminata, se me ocurrió ir a Maidenhead. Se trata de una ciudad cercana a Slough. De hecho, en el mapa aparecen casi pegadas. Lo malo es que el municipio de Slough es inmenso. Así que me costó más de dos horas llegar a mi destino, dejando varios polígonos industriales a los lados. Vamos, que no fue un paseo bucólico para llevar a la novia y declararse. La ciudad de Maidenhead no es gran cosa. Unas cuantas calles comerciales, y el resto, zona residencial. Además, en el Reino Unido, todas las calles comerciales cuentan con los mismos establecimientos: Mark´s & Spencer, Subway, McDonald´s, FMV, Primark… amén de las tiendas “todo a una libra”. En este caso, lo que me llamó la atención fue una oferta de trabajo colocada en el escaparate de una oficina de Adecco. Buscaban hablantes de diversas lenguas (entre ellas el español) para probar y traducir juegos de consola. Sonaba bien. Entré a preguntar y me dieron una dirección de correo para mandarles el CV. Así lo hice, y en unos días me llamaron para hacerme una entrevista. Volví a Maidenhead, esta vez en tren, y me presenté en la oficina. Allí me atendió un hombre joven muy simpático que, por lo que me contó, había vivido un año entre España y México. Me comentó que había olvidado bastante nuestra lengua, limitándose a repetirme varias veces “muy bueno, mi amigo”. Tras tomarme los datos me pasó a un cuarto interior donde me esperaba una consola Xbox360. La “entrevista” consistía en jugar a 3 juegos de la consola y anotar los tiempos y las puntuaciones. A mí me encantan los videojuegos. Pero suelo jugar en PC, usando teclado. No estoy muy habituado al mando de la consola, aunque algunas “matacías”, partidos de fútbol y competiciones atléticas jalonan mi currículum consolero. El empleado me dejó solo con la consola, los juegos y un cronómetro. El primer juego era de guerra en primera persona. Se trataba de hacer una misión en la II Guerra Mundial, enfrentándose a soldados alemanes. Los primeros 5 minutos fueron de cogerle el truco al mando. Eso sí, no conseguí averiguar cómo se podía agachar. El resultado es que mi táctica de ataque a pecho descubierto fue un auténtico fracaso. La Wertmach me aniquilaba una vez tras otra. Tras más de media hora, pude llegar a un “checkpoint”, que me servía para que cada vezs que me mataban (es decir, cada 30 segundos), no empezara de cero. Tras más de 40 minutos de agonía, volvió en simpático empleado y me dijo que el límite eran 20 minutos. La verdad es que había pasado un mal rato. No porque me mataran los alemanes, que ya sé que al final perdieron la guerra. Sino porque me daba la impresión de que no valía ni para jugar a videojuegos. Viendo mi abatimiento, el hombre me dijo que no me preocupara. Que no iba a probar los juegos sino a traducirlos. Probarlos se paga a 6 libras/hora, y traducirlos, a 8. Me comentó que para traducir no hacía falta tener tanto dominio de la consola. En todo caso, tenía que rellenar su formulario de inscripción vía internet. Fui a hacerlo a la biblioteca de Maidenhead, donde me encontré a una españolita sentada a mi lado. Me pintó el tema laboral muy negro. Yo creo que no es para tanto. Será porque estoy acostumbrado a los parámetros españoles. Volví a la oficina donde me esperaba un curioso contrato. Nosotros no tenemos obligación de darte trabajo, ni tú de trabajar con nosotros. Más liberal imposible.
Así que si algún día estáis jugando a la Xbox360 y veis un mojón en la traducción, quizá haya sido cortesía de un servidor

viernes, 5 de noviembre de 2010

Presunción de culpabilidad

Hasta ahora me he podido conectar a internet yendo a la biblioteca, en ciber cafés, o gracias al wifi de Ronnie McDonald´s. No son opciones muy cómodas, amén de que la privacidad está muy al descubierto. Animado por un repunte de mis ingresos, me decidí a adquirir un servicio de internet “pay as you go”. Se trata de un lápiz USB que permite obtener 3 GB de información, tras lo cual se puede recargar. La ventaja de este sistema es que no está sujeto a ningún tipo de contrato. Fui a una tienda de telefonía y el vendedor me recomendó la opción de Vodafone. Todas ofrecían básicamente lo mismo, pero ésta era más económica. Ya dicen bien que lo barato sale caro. El vendedor me comentó que había que llamar a un número para acceder a contenidos reservados a mayores de 18 años. Me pareció algo tan descabellado que no me preocupé y fui a casa para probar el invento. Tras unos minutos, el milagro se produjo: podía navegar en mi propia casa, sin necesidad de interminables caminatas o atentados a mi estómago tales como el Happy Meal de Mc Donald´s. Todo se torció cuando, iluso de mí, pretendí entrar en una web y me apareció un mensaje en el que me decía que el controlador de contenidos no me dejaba acceder y que si quería deshabilitarlo me tenía que poner en contacto con el servicio al cliente. Eso sí, no ponía ningún número de teléfono ni dirección web. Para los bienpensantes, advierto de que no se trataba de ninguna página pornográfica. Y aunque lo hubiera sido, me parece lamentable que los señores de Vodafone UK decidan dónde puedo entrar y dónde no. Si en algunas cosas tiro más bien para la izquierda (reparto del trabajo), en otras soy más de derechas que nadie, y para mí la libertad indivual es cuasi-sagrada. Me puse manos a la obra, y comencé a buscar la manera de revertir tan deplorable situación. Tras unos minutos de exhaustiva búsqueda, logré localizar en las bodegas de la página de Vodafone UK, un número de atención al cliente. Llamé y me sentí tan desolado como el protagonista de “El Proceso”. Una maraña de menús y submenús eran cantados por una voz grabada. Tras navegar unos minutos por tan tortuosas aguas y no llegar a buen puerto, descarté la vía telefónica. ¿Es tan difícil que una persona te coja el teléfono, le expliques lo que te pasa y te lo solucione? Parece que sí. Seguí mirando la web y encontré otra vía. Se trataba de registrase como usuario de Vodafone y cancelar el control de contenidos on-line. Me puse a ello y lo primero que me pedía era mi número de teléfono Vodafone UK. Quiero registrarme como usuario del servicio de internet Vodafone y me piden mi número de teléfono Vodafone. ¿Estos tíos son idiotas? Probé a poner mi número Lebara, mi número Vodafone español, y casi lo intento con el fijo de mi casa a ver si colaba. Seguí navegando y en las profundidades de la página comentaba que el lápiz USB contaba con un número Vodafone propio. No aparecía en la caja ni en el lápiz, sino que había que mirarlo buscando entre los menús y submenús de un programa que se instalaba al conectar el lápiz. Vamos, algo que se cae de maduro.
Una vez conseguido el número, me registré como usuario. Ya se olía la victoria. Una vez en mi cuenta de usuario había una opción para desactivar el insidioso control de contenidos. Allí me fui de cabeza para recibir el escueto mensaje de que esa opción no funcionaba en ese momento, sin más explicación. Otro en mi lugar habría desistido, no sin antes hacer trizas el maldito aparato. Seguí navegando por las profundidades de la web, accediendo a contenidos que supongo vírgenes para el género humano. Allí había un email de atención al cliente. Les expuse mi caso, y unos minutos después (lo único eficaz en toda la noche), un atento empleado me pedía disculpas (evidentemente, no les echaba muchas flores en mi correo) y me daba la solución a mis problemas. A saber: mandarle mi dirección, mi fecha de nacimiento, la fecha de mi última recarga ¿? , y una copia escaneada de una prueba de mi mayoría de edad (Pasaporte, carnet de conducir…) Evidentemente no tengo escáner aquí, pero recordaba haber mandado mi DNI escaneado por correo electrónico a algún sitio. Rebusqué entre mis correos enviados y lo hallé. Les mandé todo y confié en que su respuesta fuera tan rápida como la que me dieron a mi primer correo. No se tomaron tanta prisa, y unas 14 horas después de enviarles los documentos (en realidad me apetecía más bien mandarles a la m…) he tenido el privilegio de poder acceder a páginas para mayores de 18 años.
No sé quién habrá sido el lumbreras de idear ese control de contenidos. Quizá sea una norma que las compañías tienen que cumplir. Si así fuera, lo menos que podía hacer el operador es dar facilidades para solucionarlo. Por aquí he visto en algunas marquesinas algún anuncio muy original de una compañía telefónica. Se trata de un bólido de Fórmula 1 esponsorizado por la marca TescoMobile. Encima del coche dice: Como no hacemos esto (patrocinar la escudería), tenemos dinero para esto (ofrece ciertas ventajas a los clientes de sus compañía). Y no les falta razón. Porque para que el Señor Hamilton lleve su coche con los colores de Vodafone, me cuesta 10 veces más llamar desde España a un teléfono español que llamar con la compañía Lebara desde el Reino Unido al mismo teléfono español. Eso, a parte de cercenar mi libertad y darme un servicio lamentable.

martes, 19 de octubre de 2010

II Media Maratón Ciudad de Huesca

Cual si fuera un atleta de élite, la semana pasada cogí un vuelo desde Londres para estar presente en la media maratón que se celebraba en Huesca el domingo. Lástima que todavía no tenga un caché reconocido, y la organización no me facilitara ni el transporte, ni el alojamiento, ni siquiera un fijo por correr.
El año pasado nacía esta prueba que contaba con una gran demanda en la ciudad. La carrera se organizó deprisa y corriendo (nunca mejor dicho), pero aún así, fue un éxito. Este año tampoco parece que hayan cambiado el método, quizá por aquello de no cambiar las cosas que salen bien. La difusión ha sido bastante escasa. En Slough nadie estaba al cabo de la calle, y yo me tuve que enterar a través de familiares y amigos.
Aún así, más de 500 atletas nos presentamos en la linea de salida. El día amaneció fresco, pero soleado, invitando a participar, ya fuera corriendo o animando.
En mi estancia en tierras británicas apenas he ido dos o tres veces a correr. Las pateadas no me han dejado mucho margen. Pero estoy muy fino, y eso compensa bastante. Salí muy atrás y empecé pronto a remontar gente. La primera vuelta fue bien, pero las piernas se empezaban a cargar. Me di cuenta de que me iba a faltar fondo, y que mi plusmarca personal iba a ser una quimera. Así que me junté con un amigo y con él fuimos casi todo el trayecto hablando y haciendo humores. Cambia mucho la cosa de correr así o hacerlo a tope para batir marca. Los kilómetros caían como churros, aunque las piernas cada vez estaban más rígidas. Tampoco fue mucho problema, ya que no contaba con la presión del cronómetro. Sin forzar mucho, ya que no iba muy sobrado, conseguí llegar a meta con una marca aceptable de 1h 38' 52". Lejos de mi 1h 31', pero bastante correcta. En la llegada nos encontramos con un cuello de botella en la recogida de la bolsa del corredor. No es nada bueno acabar una media maratón y tener que esperar 5 minutos parado para devolver el chip y recoger la bolsa. Otra cosa que eché en falta fue una charanga o similar que animara el cotarro en algún lugar del recorrido. Espero que estos detalles se vayan limando para que haya más gente que, como yo, recorran miles de kilómetros para correr en Huesca.

lunes, 11 de octubre de 2010

Media Maratón Royal Parks


Este domingo había una media maratón en el centro de Londres. Evidentemente, la hubiera corrido. Pero cuando me enteré de su existencia, la inscripción estaba cerrada. A pesar de ello , me acerqué a verla. La salida y la meta se situaban en el Hyde Park. Apenas llegué al parque, empezaron a desfilar corredores. Y no pararon, porque estuvo más de media hora pasando gente. Algunos de ellos con disfraces bastante originales, como uno caracterizado como Son-Woku o un par que iban cubiertos con una coraza en forma de pez. Una de las participantes cayó justo delante de mí (yo no hice nada)nada más empezar. Estuvo unos minutos parada con mareos mientras le dábamos ánimos, pero pudo continuar. Como aún quedaba un rato hasta que volvieran al parque, fui a dar una vuelta por la zona de meta. Es habitual que en las carreras importantes haya una zona con casetas de patrocinadores. En este caso la había, y resultó ser una auténtica mina. Algunas casetas vendían productos, pero la mayoría los regalaban. Patatas fritas, refrescos, chocolatinas, barras energéticas, pasta, el Sunday Thelegraph,queso, galletas y hasta pedazos de hamburguesa de ternera de Gales. Por unos momentos, tamaña catarata de obsequios me hizo olvidar la pena por no haber podido correr. Con el estómago y la mochila colmados de viandas, di varias vueltas por el parque para ver la prueba. Me llamó la atención que había muchos puestos de miembros de asociaciones caritativas, que fieles a sus principios de ayudar al necesitado, animaban con gran entusiasmo a los participantes.
Como suele ser habitual allende de nuestras fronteras, destacaba el elevado porcentaje de mujeres, que calculo que frisaba el 40% (En España, apenas alcanza el 10%) También se notaba un carácter menos competitivo que en España. Mucha gente hacía los últimos kilómetros andando, y el cierre de control estaba fijado en 3 horas.
El día soleado y la temperatura muy agradable redondearon una mañana casi perfecta. La próxima prueba que se corra por aquí no se me puede escapar viva.

sábado, 9 de octubre de 2010

Back to the light

Al poco tiempo de llegar a Inglaterra, me apunté a una agencia de trabajo temporal de Windsor, especializada en restauración. Hace unas semanas me llamaron para hacer una entrevista. Me hicieron un cursillo acelerado y me dijeron que me irían llamando para trabajos de camarero.
Este jueves tenía el día libre (desde que he llegado aquí, sólo he tenido dos días no-libres), así que planeé una caminata hasta Maidenhead, localidad cercana a Slough. Aprovechando que no tengo muchos compromisos sociales, me recorté un poco la barba, dejando el bigote intacto. Cogí el autobús para Slough y a las 11 y cuarto me sonó el teléfono. Era una empleada de la agencia que me preguntó si me interesaba trabajar ese día. Le dije que sí, lógicamente, y me dijo que tenía que llevar camisa blanca, pantalones negros y zapatos. Además de una pajarita que me suministraban ellos. De esa guisa tenía que aparecer a las 12 en la oficina de Windsor. Por supuesto, yo iba en vaqueros, zapatillas y jersey, además de estar a varios kilómetros de Windsor. Les llamé y pedí una prórroga de media hora, ya que estaba en el autobús y no tenía la ropa. Me dijeron que me podían dejar una camisa y que sí, que si me daba prisa llegaba. Y tanto que me di prisa. Nada más llegar a Slough fui a una zapatería y les pedí zapatos baratos de mi talla. No tenían, así que fui a otra. Por 9.99 libras había unos que me iban como anillo al dedo. Mientras el dependiente les colocaba los cordones fui a una tienda de ropa y adquirí unos pantalones negros sin poder probármelos, además de unos calcetines. Recogí los zapatos y fui a una droguería donde compré unas maquinillas desechables y espuma de afeitar, por si acaso no colaba mi poco convencional afeitado. Eran ya las 11.45, y aún tenía que ir a Windsor. Corriendo con las bolsas y la mochila, aún me llamaron dos veces para ver por dónde andaba. A las 12.10 conseguí llegar, un tanto sofocado, a la agencia. Me dieron una camisa blanca y una pajarita, me cambié en el baño y aparecí hecho un pincel. Nada que ver con el desastrado personaje que había entrado en la agencia 5 minutos antes. Incluso una empleada exclamó: Lovely!, al verme salir. Afortunadamente, no me dijeron nada de mi afeitado. Bien mirado, este bigote con la sombra de barba no me queda tan mal. Yo creo que hasta me da más aire de camarero.
Un coche me estaba esperando a la salida. En él estaban mis nuevos compañeros por un día. Nuestro cometido era servir las bebidas y los canapés en un picoteo que se iba a celebrar en la pequeña localidad de Pangbourne, cercana a Reading. Siempre he sido un asiduo a este tipo de actos. Para mí era toda una experiencia vivirlo desde otro punto de vista.
Tras preparar el local y las bebidas, empezó a llegar la gente. Se trataba de un grupo de unas 100 personas de mediana edad. No estábamos en el multicultural Londres ni en el cuasi monocultural (islámico) Slough. El grupo era genuinamente británico. No sólo en su aspecto, sino también en su exquisita educación. Daba gusto servir a gente tan correcta y amable. Para mí, que he pasado por el infierno de las cocinas, estar allí, en un recinto con vistas al exterior, viendo las caras de la gente y pensando que sería otra persona quien se ocupara de la vajilla, era como ver la luz después de un periodo de oscuridad. Parecida sensación debió sentir el genial guitarrista Brian May cuando, tras un periodo complicado de su vida, volvió a la actividad con su trabajo: “Back to the light”. Por eso he titulado esta entrada así. Como testimonio de que más allá de las tinieblas, siempre se encuentra la luz.

lunes, 4 de octubre de 2010

Restaurante Los Rosales

Mi ajustada política de gasto, sumada a una cierta aversión a pasar mucho tiempo en la cocina, por motivos ya comentados, ha acabado por afectar de forma negativa a la calidad de mi dieta.
No quiero echar la culpa al tópico de que en Inglaterra “se come mal”. En el supermercado hay de todo y en Londres hay restaurantes de todas las nacionalidades, amén de bastantes cocineros de renombre. Pero es inevitable echar la vista atrás y recordar las comidas de la mejor cocinera del mundo que es siempre nuestra madre. También es buen momento para hacer una crítica gastronómica que los acontecimientos me empujaron a dejar de lado en su momento. Me refiero a un restaurante que frecuenté en mis últimos meses en España por motivos de trabajo, y que responde al nombre de “Los Rosales”.
El local, en un ejemplo de atinada estrategia, se sitúa en el municipio de Angüés, a medio camino de la muy transitada carretera que une Huesca y Barbastro. A la gran cantidad de coches que circulan por dicho tramo, se le suman los excursionistas que acuden a hacer barrancos por el Río Vero. La reciente inauguración de la autovía que evita Angüés, abre una nueva etapa en el establecimiento. Eso que suena tan bien, supone que el número de comensales se va a ver, seguramente, sensiblemente disminuido. ¿Tiene armas en restaurante para aguantar el envite? Yo creo que sí.
Que nadie espere llegar aquí y que un botones le aparque el coche y otro le cuelgue el abrigo. El menú jamás tendrá nombres tan rimbombantes como “virutas de foie gascón con espuma de vieras sobre un lecho de huevas de salmón fumé en salsa de echalotes caramelizados”. No usaremos vajilla de Sèvres ni cubertería de plata. No servirá a la Familia Real, ni aparecerá nunca en guías gourmet.
Nos espera un menú del día compuesto por productos tan corrientes como verduras salteadas, pollo al horno o natillas, servido sobre mantel de papel y regado con vino cosechero. Lo que puede parecer un defecto, se convierte en su mayor virtud. Porque aquí no vienen a comer la nobleza escocesa o los jeques dubaitís. La clientela habitual está formada por familias que están de viaje y pasan por allí, obreros que están haciendo de las suyas por la zona o agricultores de los pueblos cercanos. Es decir, gente que quiere comer algo digno sin sufrir un desfalco en sus cuentas corrientes. Teniendo en cuenta que una gran parte de la clientela es asidua, es de esperar una variedad suficiente, y que las comidas entren más por la boca que por los ojos. Tras una semana en un sitio, los fuegos de artificio ya no impresionan. Y en este aspecto, Los Rosales cumple su cometido a la perfección. Comida variada, adaptable a una dieta equilibrada, a un precio razonable. Hace unos años me enseñaron que la calidad es la adecuación de los servicios ofertados respecto a las expectativas del cliente. En este caso, puedo afirmar que el restaurante Los Rosales, es un establecimiento de calidad.

Ni un clavel

Desde que tengo uso de razón, siempre he oído que Londres es una ciudad cara. Si a eso le sumamos que yo no soy precisamente un manirroto y que mis ingresos son, hasta ahora, bastante limitados, el resultado es que estoy siguiendo una política de austeridad que deja a la que ha tomado el gobierno griego a la altura del betún.
¿Cuáles son las cosas más caras por aquí? La vivienda y el transporte. Solución: Una casa en medio de la nada (es un decir, porque estamos rodeados de coches y aviones) con habitaciones individuales a precios casi insuperables. La sangría del transporte se mitiga en parte con la llamada Oyster Card, que hace jugosos descuentos en los desplazamientos en metro y autobús, siempre que éstos se hagan fuera de las horas punta. Pero nosotros rizamos el rizo y, a menos que no quede más remedio, utilizamos nuestra poderosa zancada para desplazarnos. Ha habido días que hemos superado los 40 kilómetros entre pitos y flautas. Pero lo que los pies lamentan, el bolsillo lo agradece.
Pero donde más se despliega nuestra hábil ingeniería financiera es en la compra de productos de primera (o no tan primera) necesidad. Solemos comprar en un hipermercado de la marca Tesco . Allí hemos descubierto una auténtica mina en los productos “Tesco Value”, auténticas gangas que me hacen sospechar si sus ajustados precios pueden cubrir los gastos de fabricación y distribución. Así, por 10 peniques, podemos degustar unos noodles (fideos) sabor curry. De segundo plato, y por 42 p., nos esperan crujientes y nutritivos palitos de pescado. Y de postre, nada mejor que un mousse de chocolate por unos míseros 9 peniques.
No se queda allí la cosa. Por la zona abundan las tiendas “todo a una libra”, con un surtido impresionante. Ni siquiera la cultura se libra de esta filosofía. Y de ello da fe mi diccionario Collins de inglés por una libra, o mi visita a una tienda en la que todos los libros costaban 2 libras. Sólo me pude llevar dos por motivos de espacio. Este es un factor aún más limitante que el económico, pero excede el propósito de esta entrada.
Viendo que unos humildes emigrantes como nosotros podemos llevar ambiciosas políticas de ajuste presupuestario, es de esperar que nuestros gobiernos se pongan las pilas y metan la tijera donde hay que meterla.

martes, 21 de septiembre de 2010

Tour of Britain




Uno de mis juegos favoritos en la época gloriosa del Spectrum se llamaba “Milk Race”. Intentaba ser una aproximación (los 48 kb limitaban bastante) a la carrera ciclista más importante de Gran Bretaña. Con el paso de los años, la Milk Race desapareció como tal, y ahora se celebra el “Tour of Britain”. Aprovechando que la prueba finalizaba en Londres este sábado me acerqué a verla. Mientras en otras capitales como Madrid o París, la última etapa de sus vueltas discurre por céntricas y emblemáticas avenidas, en este caso, parece como si Londres se avergonzara de la carrera. La última etapa se celebraba en un circuito ubicado en los “Docklands”, es decir, la zona de los muelles, junto al aeropuerto London City. Para llegar allí tuve que pasar una auténtica odisea. Primero cogí un autobús que me dejó junto a una boca de metro en el anillo 5. Tras más de una hora en el metro tuve que cambiar de línea. Tres paradas después tuve que caminar durante más de 10 minutos en una estación para coger un “DLR” (Tren ligero de los Docklands). Otra horita en el tren y cuando estaba a punto de llegar (muy justo de tiempo), el trenecito se paró en un puente. No sé si lo hizo a propósito, pero por debajo de ese puente pasaba la vuelta. Así que pude ver el paso de los ciclistas desde arriba. Curioso, pero yo quería ver la llegada a ras de suelo y no me quedaba mucho tiempo. Incomprensiblemente, el tren retrocedió hasta la anterior estación y se quedó parado con las puertas cerradas. Se ve que tenía que dejar paso a otro. En ese momento apareció una empleada de los DLR haciendo encuestas sobre el servicio. Justo le vino para que pusiera en mal lugar la eficiencia del servicio, aunque eso no quitó para que le hiciera un poco la pelota alabando el servicio del personal. Unos minutos después se reinició la marcha. Pude llegar a tiempo para ver un paso de los ciclistas antes de que llegaran a la meta. En la zona había bastante gente, aunque nada que ver con las marabuntas que se forman en las grandes vueltas. Dado lo recóndito del lugar, y la poca importancia que se le da al ciclismo por estos lares, no me cabe duda de que los que estábamos viendo el espectáculo éramos auténticos aficionados al ciclismo, y no advenedizos de los que abundan en cualquier acontecimiento de masas. Eso se notó en los ánimos y aplausos que dedicaron a los corredores en la llegada y en la entrega de premios, una ceremonia sencilla, en la que me llamó la atención un detalle. El Tour of Britain hizo una donación a una fundación que lucha contra el cáncer de próstata. Está muy bien que se ayude a los discapacitados, las minorías y hasta a las mujeres (sexo que de débil no tiene nada). Pero los hombres también tenemos nuestras debilidades, y está bien que se nos eche una mano de vez en cuando.

The kitchen is not my place

Una idea tenía clara en mi mente la mañana del domingo. Tenía que huir de este trabajo lo antes posible. Cuando sacaron los turnos para la semana siguiente, el cocinero luso me lo puso en bandeja. Me dijo que ese calendario dependía de que hiciera bien el trabajo, ya que había otra persona esperando el puesto. No sabía que trabajar en las galeras tuviera tantos pretendientes. Ante tantas facilidades, simplemente con haber hecho las cosas a desgana hubiera tenido mi libertad. Pero quise irme en la cima, así que decidí hacer las cosas con la mayor profesionalidad posible. No puedo evitar tener una concepción luterana del trabajo, a pesar de que constantemente me encuentro con gente a la que le va muy bien profesionalmente y no puede estar más alejada de ese comportamiento.
Mi día de experiencia me sirvió para organizarme mejor y no pasar tantos agobios. Aún así, el restaurante estaba bastante animado y no paraba de venir gente. El cocinero me decía que me diera prisa, o no tendría mi hora de descanso. Una vez más, se pensaba que lo de no descansar es lo que me cubica, y que me encantaba estar en esa cocina. Como no paraba de venir gente a comer, yo tenía que estar allí, así que me quedé sin descanso. Afortunadamente, por la tarde se quedó un cocinero polaco mucho más agradable que el luso. Me hizo unos raviolis que tuve que comer como pude, mientras seguían llegando clientes. No hubo la avalancha del viernes, pero tampoco pude parar ni un momento. A última hora, otro “enterao” me decía que si me daba prisa, podría coger el autobús, sin sospechar que iba a volver andando y que no tenía ningún interés en prologar mi agonía. Con la ayuda de Peter, el cocinero polaco, pude acabar a las 22, tras 13 horas de trabajo ininterrumpido. Con mis energías al límite, aún pude hablar con el mánager para decirle la frase con la que encabezo esta entrada. Aún me quedaba una caminata de 50 minutos hasta casa. Pero hacía buena noche para pasear. El futuro era incierto, pero volvía a recobrar mi libertad, que, como dijo Cervantes en “El Quijote”, es el mayor don que a los hombres dieron los cielos.

La Tasca

Afortunadamente el sábado tenía el día libre. No sé si hubiera sobrevivido dos días seguidos en esas galeras. Ese día tenía una entrevista en un restaurante español de Windsor llamado “La Tasca”. También se trataba de ayudante de cocina. Tras la experiencia del viernes me apetecía tanto ir a esa entrevista como a Hitler volver a hablar con Franco tras su entrevista de Bayona. Pero tenía que cumplir mi palabra y me presenté. El mánager se trataba de una persona joven bastante simpática. Me comentó el trabajo y el horario. El trabajo era lo que era, pero el horario era bastante asumible. Me dijo que podía hacer una prueba de 3 horas esa misma tarde para ver si me encontraba cómodo. Me pareció buena idea, y el mánager me dio buena impresión, así que acepté. Eso sí, pude ver que el local tenía capacidad para más de 100 comensales, y que sólo contaba con un kitchen porter. Aparecí por la tarde y bajé a la cocina. A pesar de ser un restaurante español, todos los cocineros y casi todos los camareros eran polacos. También lo era el kitchen porter, al que le pregunté inmediatamente qué tal era el trabajo. “Very busy”(mucho jaleo) fue su lacónica pero atinada respuesta. Y vaya si era busy. El pobre iba a piñon. Mis cálculos eran acertados. 4 cocineros, 5 ó 6 camareros y más de 100 clientes alimentando a una sola persona es una ratio muy descompensada. Y allí me di cuenta de que este trabajo no es para mí. Una persona reflexiva que suele alimentarse a base de latas, no tiene sitio en una cocina. Aún así, me pareció mucho mejor sitio que el grecochipriota. El personal parecía muy agradable, y las camareras polacas estaban pero que de muy buen ver.
Así que pensé que, aunque el tipo de trabajo no me encajaba (ya era hora de que me diera cuenta), podría ser un buen sitio para estar un mes o dos mientras buscaba otra cosa. Así se lo comenté al mánager, que me dijo que necesitaba alguien que estuviera por lo menos hasta fin de año. La perspectiva de celebrar la Nochebuena entre montañas de platos no me convenció, así que lo dejamos correr. Con la certeza de que mis futuro profesional debía alejarse cuanto antes de los fogones me presenté la mañana siguiente en el restaurante que casi acaba conmigo el viernes.

Estreno laboral

El objetivo de todo buen emigrante que se precie es encontrar un trabajo lo antes posible. En mi caso, la cosa no era tan urgente. He conseguido un alojamiento barato y tengo ahorros para resistir un tiempo. Pero la tentación es fuerte. Así que callejeando por Windsor vi un cartel de “kitchen porter wanted”. El año pasado estuve 5 meses haciendo tan oscura tarea, pero parece que no fue suficiente escarmiento. Así que entré a preguntar en el establecimiento, que se trataba de un restaurante grecochipriota. Allí me dijeron que no me podían ofrecer jornada completa. Mejor. Prefiero trabajar menos y tener tiempo para otras cosas. No he venido aquí para hacerme rico. El camarero me hizo 2 o 3 preguntas, llamó al manager y éste me dijo que fuera el miércoles por la tarde. Un poco informal me pareció la cosa. Así que el miércoles aparecí sin mucha fe. Ciertamente mis sospechas no eran infundadas. El mánager me dijo que esa tarde habían metido a otra persona, y que me pasara el viernes por la mañana. Le di mi número para que me avisara si cambiaba de idea y le me dio una hoja con los turnos. El sábado por la mañana me presenté de nuevo y esta vez sí, empecé a trabajar a las órdenes de un cocinero portugués, bastante cordial en un principio, pero que demostró no tener muy buen fondo. La mañana fue más bien tranquila, así que pude desempeñar las tareas propias de mi cargo con relativa comodidad. A las 16 h me dieron un descanso de una hora (había empezado a las 9). Me dijeron que cogiera fuerzas porque por la tarde habría música en el bar y la cosa estaría animada. Y vaya si lo estuvo. A partir de las 20 h empezaron a acribillarme con cacerolas, cubiertos, vasos, platos, tazas… Fui capeando el temporal como pude, pero a partir de las 22 h se intensificó el acoso. Para más INRI, a última hora los camareros y el cocinero me metían prisa porque hasta que no acabara yo, no se podían ir. Seguramente no sospechaban que la persona con más ganas de acabar e irse para casa en este mundo era yo. Algunos, en vez de quejarse, con más inteligencia ,me ayudaron y pude salir vivo de allí a las 12 de la noche, con la nítida impresión de que no me jubilaría en esta empresa.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Windsor


Una vez aposentado en mi nueva morada, tocaba inspeccionar el terreno. Nada mejor para ello que calzarme mis zapatillas y salir a trotar un rato. El entorno no llama mucho. Junto a nuestra casa hay un nudo de carreteras que invita a todo menos a correr por sus alrededores. Cogí un carril bici que circulaba paralelo a una autopista. Por lo menos al otro lado había campo. Al rato, tomé un giro a la izquierda que me alejaba de tan ruidoso tránsito. Media milla después (mi adaptación a los usos británicos, como podéis ver, va viento en popa), llegué a un pueblecito bastante pintoresco, con casas antiguas. La cosa se animaba. Pero lo bueno vino cuando me topé con el Támesis. Pero no el típico Támesis que pasa por el centro de Londres rodeado de edificios, sino el Támesis campestre, con sus arbolitos y prados. Por si fuera poco, vi un cartel que señalaba Windsor a un lado, y Old Windsor al otro. Como soy un clásico, y sonaba mejor, me dirigí a Old Windsor. Antes de llegar había una granja que vendía productos de los jardines de Windsor a precio de oro. Old Windsor resultó ser un timo de los buenos. Unas cuantas casas modernas sin ningún glamour. Menos mal que un rato después, vi un bosque con un camino central, y al fondo, el mítico palacio de Windsor. La imagen era impresionante hasta para alguien que, como yo, ha visitado lugares como Salou, Oloron o Kansas City. Ya puestos, llegué hasta la puerta y visité el pueblo. Grata sorpresa, ya que si el palacio es destacable, la localidad de Windsor no se queda atrás. Calles singulares, casas antiguas y una vista inolvidable desde un puente sobre el Támesis, son argumentos más que suficientes para pasarse por aquí. También hay que destacar que aquí se encuentra Eton, uno de los centros académicos más selectos (usiase pijos) y prestigiosos de Inglaterra. Además de todas estas maravillas, pude comprobar muchos carteles de ofertas de empleo en numerosos locales. Lo que empezó como un entrenamiento más acabó en una excursión de las buenas, y en un posible lugar para desarrollar mi dilatada carrera profesional. Cada día se añaden más ventajas a esto de correr.

L'Auberge Polonais

Tras no acabar de convencernos los pisos que vimos el primer día, en nuestra segunda jornada seguimos arrastrando los maletones de aquí para allá. Tras más de una hora de penosa caminata desde el centro de Slough, llegamos a nuestra siguiente cita inmobiliaria. Se trataba de una casa de dos plantas en la que se ofertaban dos habitaciones individuales. Mi idea era buscar algo en Londres Londres, pero el competitivo precio de las piezas, sumado a que ya se nos hacía cuesta arriba seguir cargando con las maletas, hizo que nos las quedáramos. También ha influido que sólo nos piden una semana de fianza, en lugar del mes habitual. El entorno es muy poco agraciado. Estamos casi encajonados por una autopista y otra carretera, el centro de Slough está a unos 50 minutos a paso de pateador profesional y tenemos cerca el aeropuerto de Heathrow, que no es precisamente el de Monflorite por número de pasajeros. Bueno, lo tenemos tan cerca, que todos los aviones que se ven desde la casa están con el tren de aterrizaje bajado. Quitando esos “pequeños detalles”, sin olvidar que hay dos perros pequeños (animal que no es de mis favoritos, precisamente), y nuestras habitaciones son muy pequeñas, la casa está bastante bien. Es bastante grande, y cuenta con un amplio jardín. Los inquilinos son todos polacos. Gente trabajadora y seria. Muchos de ellos han buscado un futuro mejor fuera de su país. Mucho me temo que en España tendremos el mismo fenómeno en poco tiempo. Y no hablo ni de gente que se viene aquí para estar un tiempo, ni de profesionales de éxito, típicos protagonistas de españoles,aragoneses,madrileños…por el mundo, sino de humildes currantes que buscan ganarse la vida donde mejor se pueda.
Así que, de momento, y hasta que encuentre trabajo, me quedaré en este agitado, y a la vez recóndito lugar de Gran Bretaña.

martes, 31 de agosto de 2010

Jornada bohemia en Slough



Ayer, a eso de las 2 de la madrugada, un autobús procedente del aeropuerto me dejaba en Victoria Station. En mi plano de Londres, estaba a menos de un palmo del albergue. Pero un palmo en Londres no es cualquier cosa, y menos de noche. Tras un paseo por calles semidesiertas de casi una hora, llegué a mi destino. La tentación se me apareció varias veces en forma de taxistas solícitos, pero hubiera sido demasiado fácil y caro a la vez. Entrar con los maletones en un cuarto oscuro ocupado por 8 personas más nunca es fácil. Y si encima te toca la litera del tercer piso, y tu cama carece de almohada, la noche no se presenta muy halagüeña. Tampoco ayudó que las camas estuvieran en unos habitáculos en los que apenas cabía. A la mañana siguiente, me pude encontrar en el hostel con un amigo que me esperaba y nos fuimos a Slough. El amigo en cuestión, ha conseguido trabajo de profesor por esa zona al oeste de Londres. Aprovechando la ocasión he venido para cambiar un poco de aires, muy enrarecidos últimamente en España. Tras coger un metro que llegó al sexto anillo (fin de linea), aún había que coger un autobús regional.
Slough es una localidad de unos 10.000 habitantes. Como buena ciudad anglosajona, cuenta con un centro comercial bastante animado, siendo el resto residencial, con las clásicas viviendas de dos plantas. Hemos estado buscando piso con distinta fortuna. En uno de ellos, el baño contaba con una dudosa higiene. El dueño, ligeramente azorado, nos dijo que lo iba a limpiar. Mala señal que un "landlord" tengo que hacer algo que debería estar en manos de los inquilinos y ellos no hacen. En otra casa, bastante cuidada, por cierto, vive una familia hindú, con dos hijos incluídos. Agradable estampa en la que no pegamos mucho nosotros.
Tras kilómetros y kilómetros de pateadas, maletones incluidos, hemos dejado reposar nuestros cuerpos en un "bed&breakfast" al que calculo su momento de gloria a principios de los 80. Si algo ha predominado el día de hoy, ha sido el espíritu bohemio. Mi amigo ha llevado ese espíritu al límite. Empieza a trabajar el miércoles y aún no tiene casa. Y tiene las maletas en la consigna de un supermercado, que había cerrado antes de que fuéramos a recogerlas. Para estar seguros y que no nos pasara nada, nos habríamos quedado en casa.

jueves, 26 de agosto de 2010

El mito del orgasmo simultáneo

Es el deseo de muchos amantes conseguir alcanzar el orgasmo de forma simultánea. Se han escrito libros e incluso hay técnicas para conseguirlo. Hace poco, tuve la sensación de haberlo logrado. Aunque en este caso, no se trataba de una relación de amor.
Quien sepa leer entre lineas y siga mi blog, podrá haberse dado cuenta de que mi trabajo actual contribuía de manera muy poco eficaz en procurarme la felicidad. Desafortunadamente, España no es un país que pueda presumir del pleno empleo. Así que eso de no estar a gusto en un sitio y marcharse a otro, lo dejamos para países más avanzados en materia laboral. Por otra parte está la presión popular y mediática que vende el mensaje de aguantar como sea en espera de tiempos mejores. Como quiera que yo no veo "brotes verdes" por ninguna parte y ya había aguantado más de lo deseable, decidí afrontar mi desvinculación de la empresa de la manera más correcta posible. Así, le comuniqué a un responsable de mi empresa que quería hablar con él sobre el trabajo, para lo que me citó esa misma semana. Yo ya me hacía las cuentas sobre cuántos días de preaviso tendría que dar, las razones de mi marcha,cómo se lo iban a tomar,etc. Todo ese andamiaje mental (nada agradable de llevar, por cierto) se derrumbó a los pocos segundos de comenzar la reunión. La empresa había decidido prescindir de mis servicios debido a la superposición de tareas con otra persona que se había reincorporado. Así, cual dos amantes que consiguen ver colmadas sus urgencias físicas para unos, o la comunión de sus cuerpos, para otros, al mismo tiempo, mis deseos y los de la empresa coincidieron para bien de ambos. La empresa se deshacía de mí sin ninguna resistencia y yo me veía libre de la tela de araña en la que se había convertido mi trabajo. Comienza una nueva era...

lunes, 23 de agosto de 2010

5ª Subida a la Fuente "El Paco"


La temporada atlética de otoño se va acercando. Así que es bueno ir haciendo pruebas para afinar la forma. Este sábado se celebraba en Villanúa la Subida a la Fuente "El Paco". Se trata de una carrera de montaña de unos 14 km que transcurre parte por asfalto, y parte por intrincados caminos.
El día se presentaba soleado y caluroso. Pero se pudo soportar gracias a que la carrera empezaba temprano y abundaban las sombras en el recorrido.
Este verano no he podido entrenar todo lo que quisiera. En realidad, no he podido hacer casi nada de lo que he querido. Si alguien entiende que en un país haya millones de parados y otros millones que trabajan por dos, que me lo explique. Como tampoco conocía el recorrido empecé tranquilo. A la salida del pueblo, la carretera se empinó considerablemente. A muchos, ese aperitivo se les indigestó un poco. No a mí, que ya soy "perro viejo" y dejo mis cartuchos para el final. A partir del segundo o tercer kilómetro se entraba en una senda estrecha en la que no había espacio para correr. En estas condiciones, se pueden ir al traste todas las previsiones de ritmo por kilómetro. Como en este caso el tiempo me daba igual, seguí "china-chano" como si estuviera de excursión hasta que la senda se abrió un poco y se pudo empezar a correr. El recorrido es ciertamente muy bonito,entre bosques y a ratos con unas vistas impresionantes. Una vez que llegamos al punto más alto, vino la parte que menos me gusta de estas carreras: la bajada por senda. Hay que estar muy atento, ya que el riesgo de lesiones es alto. Y siempre hay detrás algún "cagaprisas" esperando a adelantarte a la mínima ocasión. En este caso no hubo problema. Los 3 o 4 que me adelantaron avisaron y no hicieron el "kamikace". A los 2 kilómetros, la senda se convirtió en un camino en condiciones donde pude desplegar sin cortapisas mi poderosa zancada. El terreno fue todavía más favorable cuando el camino pasó a ser de asfalto. No sé si estarían bien medidos los kilómetros, pero uno lo hice en 3 minutos escasos. Pensaba que la carrera acababa en bajada, pero no era así. Los dos últimos kilómetros llaneaban por Villanúa. Como lo había dado todo en la bajada, se me hicieron un poco agónicos. El cálido recibimiento en la meta, con migas y cerveza incluidas, hicieron que olvidase inmediatamente las penurias finales. Para futuras participaciones, me queda como referencia mi tiempo de 1 h 12'.
El balance que hago de esta prueba no puede ser más positivo. A diferencia de otras carreras de montaña en las que hay que parecerse más a un rebeco que a un humano para hacerla, es bastante asequible, aunque no exenta de dureza. El buen ambiente, la cuidada organización, los obsequios (migas, cerveza, camiseta técnica...), el privilegiado paisaje y el hecho de que la inscripción sea gratuita hacen que esta prueba sea absolutamente recomendable.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Europeos de Atletismo Barcelona 2010



El atletismo siempre ha sido uno de mis deportes favoritos. Mis primeros recuerdos datan del Europeo de Atenas '82. Desde entonces, este bendito deporte me ha permitido vivir momentos inolvidables. Pero siempre a través de la pequeña pantalla. Cuando me enteré de que los Europeos del 2010 se iban a celebrar en Barcelona, me quedó claro que iba a hacer todo lo posible por acudir. Afortunadamente, mi trabajo ha aflojado ligeramente y pude librar el sábado por la tarde y el domingo. Todo un "logro" que me permitió viajar a la Ciudad Condal acompañado de un amigo más interesado en ir a la playa que en ver con sus propios ojos uno de los mayores espectáculos que nos puede proporcionar la raza humana.
Nada más entrar al estadio, las heptaletas estaban lanzando jabalina. Las combinadas son un poco el "patito feo" de las competiciones atléticas. Pero fue mi primer contacto con el atletismo en vivo y lo seguí con interés. Me sentía como un niño que va por primera vez al circo. En la pista pasaban muchas cosas y cada una conseguía cautivarme y captar la atención. También me impresionó la primera ceremonia de entrega de medallas. Cuando escuché el himno alemán en honor de la lanzadora de martillo Betti Heidler, con todo el estadio ponbiéndose en pie, me sentía como si hubiera ganado yo. Lástima que, en mi afán de estar lo más cerca posible de los atletas, adquirí una localidad con una perspectiva muy poco panorámica. Por ello, me costó bastante seguir pruebas como el peso o la pértiga masculinos. En compensación, fue testigo privilegiado del triple salto femenino. Como curiosidad, en esta prueba compitieron la portuguesa Mamona y la helena Perra.
El plato fuerte de la jornada fueron los 5000 m masculinos, donde Jesús España consiguió una meritoria plata frente al intratable Mo Farrah.
El domingo por la mañana reservaba un acontecimiento muy emotivo. Nada menos que la maratón masculina. El paseo de Colón y aledaños estaba repleto de público para animar a los sufridos atletas, que no sólo se enfrentaban a la mítica distancia, sino también a la humedad y al calor. El ya casi legendario Chema Martínez se hizo con la medalla de plata. Nada más atravesar la meta, junto al parque de la Ciudadela, Chema demostró que si su categoría atlética es grande, la humana no le va a la zaga. Recorrió la recta de meta en sentido contrario para agradecer al público su apoyo, consiguiendo emocionarnos a todos.
La tarde se presentaba apasionante. Y la verdad es que, en absoluto defraudó. Esta vez había buscado ubicarme en la curva donde se desarrollaba el salto de altura femenino. En un concurso muy emocionante y de un nivel excelente, la croata Blanca Vlasic consiguió llevarse el gato al agua. Impresionante el comportamiento del público, animando en todo momento a las saltadoras, aunque estuvieran compitiendo contra la española Ruth Beitia. Una pena lo de la cántabra, a la que se le niegan al aire libre los éxitos que consigue en pista cubierta.
Mientras, se iban sucediendo concursos y carreras. Yo intentaba estar al tanto de todo, incluso ayudándome de unos prismáticos. Pero como se suele decir por Aragón, "no adubía". El foso de longitud me pillaba en la otra punta. Y cuando me quería dar cuenta, Alekna o Pestano ya habían lanzado el disco. Me pude centrar, eso sí, en los 1500 m femeninos. Se me ponía la piel de gallina cuando las atletas pasaban por mi zona y el público se ponía en pie y se volvía loco animándolas. El estadio casi se cae abajo cuando Nuria Fernández se impuso con un poderoso sprint final, secundada por la tarraconense Natalia Rodríguez en tercera posición. Las carreras de relevos 4x400 con dominio ruso cerraron el programa. Por mí podrían haber seguido otras 3 horas. Por algo se suele decir que el atletismo es el auténtico rey de los deportes. Un partido de fútbol de 4 horas sería algo difícil de digerir. En cambio, una sesión atlética de tanto o más tiempo, se pasa sin darse cuenta.
La ceremonia de clausura fue bastante sencilla, dando el protagonismo a los voluntarios y a los atletas. Me parece mucho más acertado que los espectáculos grandilocuentes que suelen adornar las inaguraciones. Como postre, unos fuegos artificiales iluminaron la noche barcelonesa.
Mi primera experiencia como espectador de una prueba atlética de categoría no ha podido ser más positiva. Aparte del innegable y grandioso espectáculo que los atletas nos otorgan en el foso, es impresionante el ambiente de las gradas. Un público entusiasta pero muy respetuoso que anima a todos los atletas, independientemente de su nacionalidad. Destacar la gran cantidad de aficionados extranjeros que poblaban las gradas. Si a eso les sumamos los españoles que venían de fuera de Barcelona y que el estadio no estaba lleno, me da la impresión de que los barceloneses no son muy aficionados al atletismo. Pero se les perdona si saben organizar tan bien actos como éste, o los mismos Juegos Olímpicos.
Como dijeron en la clausura a modo de despedida:Nos vemos en Helsinki 2012. ¿Alguien se anima?

domingo, 20 de junio de 2010

Los fiericas

En mi ya dilatada, más por lo variada que por lo extensa, vida laboral, he coincidido numerosas veces con un tipo de persona bastante definido, al que suelo referirme como "fierica". Sus características son las siguientes:
-Suelen ser gente de mediana edad, aunque se puede ver alguno joven.
-El almuerzo es sagrado para ellos. Acostumbra a ser abundante y regado con vino.
-Tienen don de gentes y son muy efusivos. Acostumbran a usar todas sus fuerzas en estrujarte la mano cuando te los presentan.
-Fumadores habituales de tabaco y de puro después de las comidas.
-Son entendidos de temas como: construcción, agricultura, caza y motores.
-Suelen ser de pueblo, y además presumen de ello como si fuera un mérito.
-Tienen estudios básicos y desprecian a la gente tanto más, cuanto mayor sea su grado de instrucción.
-Su jornada de trabajo empieza pronto, nunca después de las 8 de la mañana. Trabajan a jornada partida y acaban tarde. No importa la productividad, sino el número de horas trabajadas.
-Para ellos, lo que no sea trabajo físico, no es trabajo.
-Valoran el hacer las cosas "por cojones".
-Sus comidas favoritas son los jarretes, la chulla, el jamón, las carrilleras y las costillas. Los primeros platos también tienen que tener carne. El pescado, ni lo huelen.
-Jamás hacen deporte, aunque son muy aficionados al fútbol. El resto de deportes no les interesan en absoluto.

domingo, 6 de junio de 2010

Eurovisión 2010



Ya ha pasado una semana desde el festival Eurovisión 2010, tiempo suficiente para hacer un análisis con perspectiva. También lo podría haber hecho al día siguiente, pero no me apetecía escribir(ventajas de no vivir del blog). De niño solía seguir con interés este concurso, pero luego, sólo me fijaba en lo que hacía España. Ahora, dando por hecho que nuestras posibilidades son escasas, procuro disfrutar del espectáculo. La gente se queja de que se nos tiene manía. Puede ser, pero nos lo hemos ganado a pulso mandando temas y artistas flojitos, bromas de mal gusto, o canciones con títulos como "I love you mi vida", para que ahora exijamos un respeto. A eso le podemos sumar que en España nos creemos los "Reyes del Mambo" y miramos por encima del hombro a otros países que se apoyan y viven el festival. De hecho, el único año en el que la gente estuvo detrás, Rosa consiguió un meritorio 7º puesto con una canción bastante normalita. El representante español de este año, Daniel Diges, con una canción muy correcta, que por lo menos mantenía el buen gusto (sé que no es mucho pedir, pero dada nuestra trayectoria anterior no es poco) hizo una interpretación muy buena. Porque que se te meta un espontáneo y seguir cantando como si tal cosa tiene su mérito. Lamentable lo de este tipo, que consigue su fama, no por ayudar a la gente o conseguir logros, sino por molestar en acontecimientos que cada vez requieren más costosas y molestas medidas de seguridad por personajes de esta ralea. Dentro de lo malo, intentó seguir la coreografía de la canción. Algo es algo.
El resto de canciones fueron, en general, de gran calidad. Y no sólo en la música. Países como Armenia, Ucrania o Rumanía, presentaron unos pimpollos de enjundia. Muchos años, algunos países han conseguido vencer gracias a una puesta en escena espectacular y llamativa. Parece que la gente se ha cansado de eso. Este año han triunfado temas sencillos como el belga, llamado precisamente "Yo y mi guitarra" y como no, la alemana Lena. De ella dijo el mítico Uribarri que cantaba como si estuviera con sus amigas en un karaoke. Pero no por desafinar, sino por la naturalidad que mostró. Así, una canción sencilla, sin muchas pretensiones ni fuegos de artificio, con una letra un tanto chorras, pero con una melodía pegadiza venció a los montajes espectaculares y elaborados.
La retransmisión corrió a cuenta del ya mencionado Uribarri. La verdad es que es todo un clásico. Hace gracia ver videos de festivales del año de la polca comentados por él. Uno de los secretos para hacer las cosas bien es la pasión por lo que se hace. Y yo creo que nadie en el mundo vive con tanta pasión el fenómeno eurovisivo. Lo de acertar a quién va a votar Azerbayán es de nota. Aunque a ratos se hacía algo pesado, pareciendo que estaba más pendiente de ver si adivinaba el voto que de retransmitir el certamen. Pese a ello, espero que el periodista abulense siga al pie del cañón en Eurovisión 2011. No sería lo mismo sin él.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Haven't seen you in Donkeys



En uno de mis primeros días en la isla de Skye, me llegó a casa un folleto con una oferta bastante amplia de cursillos. El que más me interesó, por razones obvias y de supervivencia era "inglés para extranjeros". No sólo me interesaba aprender la lengua (para eso estaba allí), sino también conocer gente, ya que estaba más solo que la una.
A pesar de que el curso ya había empezado, la profesora no puso ningún problema para admitirme. Unos días después, tras una compleja búsqueda por el instituto de Portree, conseguí llegar a mi aula. Allí me esperaba un grupo bastente heterogéneo que me brindó una cálida bienvenida. Una india cajera de supermercado, dos húngaras (una camarera y otra "housekeeper"), una rumana casada con un pastor protestante y una alemana conductora de autobús intentaban mejorar su inglés bajo la supervisión de Mary McKenzie, una estadounidense que llevaba muchos años en Portree. El curso era de inglés profesional. Es decir, aprendíamos desde temas de gestión de oficina, a herramientas de carpintería. Aparte de ser bastante peñazo, tampoco era lo que me interesaba. Pero por lo menos podía conversar en inglés y pude conocer gente que me ayudaría mucho tiempo después.
Que alguien sea muy buena persona debería ser siempre algo a agradecer. En este caso, la profesora Mary era tan buena persona que apenas nos corregía los errores que cometíamos al hablar. Luego me he dado cuenta de que es mucho más difícil encontrar una persona como ella que una profesora de inglés cañera.
Mary no se limitaba a dar los cursos, sino que también tenía un programa de radio, tipo Radio Vaughan en humilde.También preparó un pequeño libro con ejercicios y CD's. En uno de los ejercicios, dos personas dialogaban utilizando algunas expresiones típicamente escocesas. Yo pensé:"No sabemos inglés, y nos vamos a poner a aprender expresiones escocesas" Craso error, ya que el inglés se puede aprender en cualquier parte, pero esas expresiones son más selectas. Una de ellas era:"I haven't seen you in donkeys". Literalmente "No te había visto en burros", que viene a decir que "hace siglos que no te veo".
Me quedé con la copla y procuré emplear de vez en cuando estas expresiones, sobre todo al hablar con locales. Les hacía bastante gracia. Sobre todo empleba la de "donkeys" cada vez que me encontraba con la profesora.
Hace unos días me llegó un paquete enviado por Mary que contenía un simpático posavasos con la frase "Haven't seen you in Donkeys". Todo un detalle que consiguió emocionarme y me dio que pensar. ¿Cómo es posible que la misma persona (usiase yo) pueda provocar a distintas personas en la misma época un odio cerval(dueñas del Central Restaurant) y un cariño como el que me ha demostrado la profesora?

martes, 18 de mayo de 2010

Ébano

Dado que mis actuales circunstancias me dificultan mucho los desplazamientos físicos, no es mala idea hacer algún viaje virtual. Sin duda, uno de los destinos más sugerentes es África, un continente tan rebosante de miseria como fascinante. Allí trabajó muchos años como corresponsal el periodista polaco Ryszard Kapuscinski. El libro "Ébano" es un compendio algunas historias y anécdotas que le acontecieron en su denso periplo africano. Kapuscinski adereza estas aventuras con una descripicíon de la situación que atravesaba en esos momentos el país en cuestión. Así, a través de sus vivencias nos trasladamos a la descolonización masiva de principios de los 60, los innumerables golpes de estado o las matanzas de Ruanda y Liberia.
Para mí hay dos razones que hacen de este libro una maravilla: el excelente estilo narrativo de Kapuscinski y el hecho de que el periodista polaco "baje al barro" para impregnarse de la esencia de África vivendo en míseras barriadas y jugándose el pellejo en zonas calientes de un continente ya de por sí peligroso.
En definitiva, se trata de unas pinceladas muy bien trazadas de un óleo inmenso y heterogéneo al que la historia parece que le ha condenado al sufrimiento. Kapuscinski muestra el problema africano con crudeza, sin juzgarlo ni dar soluciones.¿Pero es que alguien las tiene?

domingo, 2 de mayo de 2010

Bienvenidos al Cabaret


Berlín, 1931. Los "Felices 20" son historia. Alemania sufre una crisis brutal, con millones de parados y pobres. El nazismo gana fuerza irremediablemente. Lo mejor para sobrellevar esta dura realidad es acudir al Kit Kat Klub, donde el maestro de ceremonias nos traslada a un mundo desenfadado e irreverente en el que brilla con luz propia una cantante americana, magistralmente interpretada por Liza Minelli. La película narra las peripecias de esta cantante dentro y fuera del club, dándonos una excelente visión del Berlín de entreguerras. Los números musicales son fantásticos. Muchos de ellos se utilizan actualmente en anuncios y sintonías de radio y televisión. En la película, además, están muy bien integrados con la trama. Curiosamente, la canción que más me ha impresionado, y que tiene una fuerza narrativa enorme, se produce fuera del Kit Kat Klub.
Como he dicho antes, Liza Minelli está inalcanzable,haciendo el papel de su vida. No menos brillante es la actuación de Joel Grey como el inolvidable Maestro de Ceremonias. Aparte de las interpretaciones y la música, quiero destacar la perfecta integración entre la vida en el club, la de sus personajes fuera de él y la de la propia ciudad de Berlín. No en vano, este musical consiguió nada menos que 8 Oscar, compitiendo con otra obra maestra como "El Padrino".
Nunca me han llamado mucho la atención los musicales. Pero cuando hay calidad, los prejuicios no importan. Y en "Cabaret", la hay de sobra.
Tomen asiento. La función está a punto de comenzar... Willkommen, bienvenue, welcome, Im Cabaret, au Cabaret, to Cabaret...

sábado, 17 de abril de 2010

¿Es conveniente manipular al lector?

En mi blog he hecho alguna vez mención a las promociones del periódico Público, que me parecen muy buenas. Es decir, lo contrario que el diario. Los sábados regalan una colección de libros de pensamiento crítico, que por dos euros (periódico incluido), son un auténtico chollo.
Hace un tiempo, las promociones de la prensa eran poco sopspechosas de tendenciosidad. Por ejemplo, si se ofrecían películas, se procuraba que éstas fueran de calidad. Últimamente parecen pesar más otros criterios políticos. En este caso, la colección de pensamiento crítico cuenta con autores de gran trascendencia (Engels,Chomsky,Tomás Moro, Trosky o Rosa Luxemburgo), en general bastante escorados a la izquierda. Ciertamente se me haría raro que "Público" incluyera "Mi lucha", "Rebelión en la Granja", "Archipiélago Gulag" u obras de Stanley Payne, o César Vidal. Lo que ya no veo tan bien es lo que han hecho hoy. El libro que ofrecían, contenía dos obras:"El arte de la mentira política", de Jonathan Swift, y "¿Es conveniente engañar al pueblo?, de Nicolas de Condorcet. Hasta allí todo perfecto. Pero en un alarde de sutilidad, en la página 3 aparece la foto de un sonriente Silvio Berlusconi, y en la solapa de contraportada, un no menos sonriente José María Aznar estrechando la mano de George Bush. No creo que así consigan influir y cambiar la opinión de alguien. Aún así se hace al precio de una pérdida importante de credibilidad. Meter unas fotos de unos políticos contemporáneos en una obra que se supone atemporal es un auténtico despropósito.
En la época del monopolio de TVE, los telediarios marchaban al paso que les marcaba el gobierno. Pero el resto de la programación se librara. Ahora se intenta influir en todo. Programas de humor se centran en criticar y satirizar a políticos. En retransiones deportivas se aprovecha cualquier excusa para meter "morcillas" que poco tienen que ver con el juego. Lo que antes eran dos o tres páginas de columnas y opinión, se expande a todo el periódico para teñir las noticias del color que interese. Por no hablar de la presencia de un periodista en un programa de niños, rogándoles a éstos que no votaran a cierta opción política.
Personamente me cansa que me insistan y señalen quienes son "los malos y quienes son los buenos". Como si el ser de un color político pudiera librar a la gente de los vicios humanos.
Algunas veces agradezco que me faciliten las cosas y me las den hechas. Pero de momento no me apetece delegar la tarea de pensar y decidir qué es bueno y qué es malo.

jueves, 25 de marzo de 2010

II Media Maratón Ciudad de León


Una de los principales acontecimientos con los que nos obsequia la primavera es la presencia de numerosas medias maratones. Este año he decidido comenzar mi temporada con una carrera en la que en su segunda edición ha conseguido reunir la extraordinaria cifra de 2000 atletas.
Este invierno he entrenado como de costumbre, pero por diversos motivos estoy muy ligero. Tenía curiosidad por ver si mi pérdida de peso se iba a reflejar en el cronómetro. La noche anterior a la carrera, una pertinaz y abundante lluvia no auguraba buenos presagios. Pero el "día D" amaneció nublado aunque seco, con una temperatura suave, muy apropiada para correr. Mi colocación en la salida fue muy conservadora. De hecho, hasta el segundo kilómetro no adelanté al globo de 1 h 45'. Viendo que iba fino, decidí forzar un poco la marcha. Mi objetivo era bajar mi plusmarca personal (1h 35'). En el kilómetro 7 ya había recuperado mi retraso inicial, y marchaba a ritmo de récord. No paraba de adelantar gente,lo que, aparte de darme una pista de que el ritmo era bueno, me daba bastante moral. A mitad de carrera ya hacía cuentas (de la lechera) para bajar de 1h 30', si apuraba al final. Mientras, notaba el apoyo de familiares y pasaba por lugares emblemáticos (la Catedral, el edificio de Botines, el bar Ferrero...) de las primeras calles que vieron mis ojos.
Por el kilómetro 17 ó 18, la prueba se internó en un polígono bastante desangelado. Si a eso le sumamos que el esfuerzo me empezaba a pasar factura, el resultado es que la última parte se me hizo bastante cuesta arriba. Mi cuento de la lechera se desvaneció. Aún así, dándolo todo, conseguí llegar al Estadio Hispánico parando el cronómetro en 1h 31' 30", gran marca que supone darle un "bocado" de 3 minutos y medio a mi anterior récord. Apenas me dio tiempo para recoger la bien nutrida bolsa del corredor, ducharme y dirigirme a la estación de tren. Tenía que volver a Huesca ese mismo día y no tenía una mejor combinación. Mi piernas aún pagan las 6 horas sentado nada más acabar la media maratón. Pero como dice el refrán, "sarna con gusto, no pica". Y correr una media maratón en una ciudad como León, batiendo además mi plusmarca personal, es una sarna que da mucho gusto,

sábado, 13 de marzo de 2010

Localize me



En Lawrence hay un local de comida rápida con una peculiaridad:todo lo que se consume allí es orgánico y procede de granjas y proveedores locales. De allí su nombre. "Local Burguer". Allí pude degustar una excelente hamburguesa de búfalo orgánico que estaba para chuparse los dedos.
El dueño del local tuvo una genial idea para promocionar lo saludable de la comida que sirve. Se inspiró en la película-documental "Super Size Me", en la que un individuo se alimenta durante un mes exclusivamente de productos del McDonald's, con graves deterioros para su salud. En este caso, una persona de Lawrence con sobrepeso y ciertos problemas de salud hizo todas sus comidas durante un mes en el "Local Burguer". Los resultados fueron espectaculares:pérdida de peso, bajada de la presión arterial y del colesterol, aumento de la testosterona, descenso del nivel de insulina...
Una de las ideas que nos vienen acerca de los Estados Unidos es que es un país de gordos, en el que la mayoría de la gente abusa de la comida rápida y en el que apenas se hace deporte. Muchas veces esa imagen es fomentada por los propios americanos, con documentales como el Super Size Me u otros. Ahora que he estado por allí, he podido comprobar que hay algo de verdad en eso. Los supermercados tienen unos pasillos anchísimos, con cientos, sino miles de productos poco beneficiosos para la salud: snacks, bebidas azucaradas, bollería... También hay una variedad y cantidad enorme de cadenas de restauración de comida rápida hipercalórica. Y casi siempre con el añadido de que las ciudades están diseñadas para que el coche sea un elemento indispensable. En una ciudad pequeña como Lawrence, la casa donde he estado distaba 50 minutos andando del centro. Y además se trataba de un paseo nada agradable, por carreteras y parajes desolados.
Pero hay otra cara en la moneda. En los mismos supermercados donde se venden 50 marcas distintas de patatas fritas, hay unas secciones enormes de productos ecológicos. La variedad de frutas y verduras es enorme. Se ve mucha gente corriendo por la ciudad, aunque el paisaje urbano no invite a ello. Y si comparáramos la promoción del deporte en la universidad estadounidense y la española nos echaríamos a llorar inmediatamente.
En definitiva, sin negar el problema que afecta a mucha población, en Estados Unidos, quien se quiere cuidar y comer sano, lo puede hacer. Y con más opciones que en España, donde a veces cuesta remover cielo y tierra conseguir ciertos productos orgánicos, y en muchas ocasiones se pagan a precio de oro.

martes, 9 de marzo de 2010

Don´t piss in public

El viernes fuimos de marcha a Kansas City. Cual si fuera Berlín en la guerra fría, es una ciudad dividida en 2 partes que pertenecen a 2 estados diferentes(Kansas y Missouri). Curiosamente es la capital del segundo. Fuimos a una zona llamada Power & Light District. Se trata de un gigantesco centro de ocio con pubs, restaurantes, tiendas... muy espectacular. Allí nos juntamos con una amiga de Jorge, carioca ella, que medía nada menos que 1,92 m. Entre ella, Jorge con sus dos metros, y yo que friso el 1,90, formamos una "front line" de enjundia. A la vuelta, las cervezas hicieron su efecto, y se hizo imperiosa la necesidad de vaciar mi depósito. Paramos en el arcén de la autopista y procedí a lo que popularmente se conoce como "cambiarle el agua al canario". Estando en tan cotidiano trance, pude observar por el rabillo del ojo cómo un coche de policía se detenía justo detrás de nosotros. Detuve rápidamente mi proceso evacuatorio y me metí en el coche como quien no quiere la cosa. El policía apareció junto a la ventana y por mi mente empezaron a circular las imágenes de películas, series y programas de imágenes reales en los que la policía yanqui no se anda con ningún tipo de tonterías. El agente nos pidió los carnets, los papeles del coche y me preguntó si estaba haciendo lo que parecía que estaba haciendo. Admití mi falta y nos dijo que esperáramos un rato mientras comprobaba nuestros antecedentes. Menos mal que somos gente de bien y no tenemos un pasado oscuro. Así que el agente, que resultó ser bastante correcto, nos dejó ir. No sin antes darme la orden que titula esta entrada, y que se puede traducir como "no mees en público". Y a fé que mientras esté en los Estados Unidos no lo volveré a hacer. Quién sabe si la próxima vez, nos encontramos un policía menos condescendiente y acabo protagonizando la clásica escena en la que el poli de turno te dice mientras con un brazo te inmoviliza y con el otro te apunta con una pistola:"Puede usted permanecer en silencio..."

lunes, 8 de marzo de 2010

Welcome to Kansas

El jueves me levanté a las 5. Cogí un autobús de Zaragoza al aeropuerto de Barajas. Allí tuve que esperar más de 3 horas para tomar un vuelo a Philadelphia que duró 7 u 8 horas. En Philadelphia, aparte de aguantar tediosas colas y controles de inmigración, debí soportar una espera de más de 5 horas. Cogí un vuelo de unas dos horas y media que me dejó en Kansas City. En el aeropuerto me recogió mi amigo Jorge y me llevó a Lawrence (1 hora más de viaje en coche). 25 horas después de levantarme, llegaba a mi destino. Totalmente aturdido y desfondado por las esperas, las colas, los viajes y el jet-lag. No tenía ganas para otra cosa que pillar una cama. Aún así fuimos a hacer una inspección de la zona de bares de Lawrence. Nada más entrar en un bar, conocimos a un grupillo de gente local. Nos sentamos en su mesa, bebimos juntos y nos fuimos a otro garito a echar unos bailes de enjundia. Con un recibimiento tan acogedor, el jet-lag, las esperas, los cacheos, las horas de vuelo y el cansancio pasaron a mejor vida. Y es que, como dice Jorge, no hay mejor medicina que el pototeo.

martes, 16 de febrero de 2010

Sonata para un coche bueno



Hace unos días, circulaba por una carretera nacional cuando noté un golpe muy fuerte en la parte delantera de mi coche. Como era de noche, no pude ver qué había pasado, así que me detuve unos metros más adelante. Un amable conductor paró detrás de mí y me dijo que había atropellado un jabalí. Al mirar a la carretera pude comprobar que mi "jabalicidio" había sido doble. Luego miré a mi coche y me quedé "acojonao". El parachoques había volado, los faros estaba descuajeringados y del radiador manaba una auténtica catarata de agua. Obviamente tuve que llamar a la grúa que me planteó la disyuntiva de llevar mi automóvil a un taller o al desguace. Dado que tenía sus casi 17 años y la avería era de enjundia, decidí, con gran pesar, mandarlo a mejor vida.
Corria el año 2004, con el cruel atentado del 11-M y la victoria socialista en las elecciones generales aún frescos, cuando un comercial de mi trabajo en Zaragoza me comentó que un conocido suyo vendía un coche. Por aquella época, me movía con un Seat Ibiza "Del Sol", que me daba más disgustos que alegrías. La persona que me ofrecía el coche era un comerciante, que además de pescado, vendía humo a raudales. Se trataba de un Citroën Ax diesel de sólo 1360cc. Para una persona humilde y poco amante de las carreras al volante como yo, era más que suficiente. El precio me pareció asumible, aunque mi jefe, de forma un tanto paternalista, me intentó hacer ver que no era tan buen negocio. Posiblemente podría haber rastreado el mercado y haber encontrado alguna oferta mejor. Pero necesitaba un coche con urgencia y valoré el hecho de que se me pusiera "a la puerta", con papeles incluidos. Aparte de que era el tipo de coche que necesitaba. Ahora que ha pasado el tiempo y puedo hacer balance, no me cabe duda de que mi negocio fue redondo. Durante casi 6 años mi espartano Ax me ha llevado por caminos, carreteras y autovías sin dejarme tirado en ninguna de ellas hasta que un par de jabalís se cruzaron en su camino. Claro que ha tenido averías. Pero siempre ha tenido el detalle de estropearse una vez aparcado o a punto de llegar a mi destino. Su limitado motor no me ha permitido coger grandes velocidades, pero ha resultado ser un auténtico mechero, con unos consumos ridículos.
Entre los recuerdos que me deja, destacaría:
-Los viajes a Monzón por rutas alternativas (Pertusa,Peralta de Alcofea, Salillas...)
-Los trayectos diarios a Grañén y Almudévar, donde además me servía para echar la siesta y escuchar al mítico Ramón Trecet.
-No sé cómo pero conseguimos entrar 5 personas con sus maletas para ir a Gerona a coger el avión, destino Bruselas.
-El accidentado viaje a Soria por Castejón de Valdejasa con la novia de mi hermano. La temperatura del coche empezó a subir. Tuve que parar en Ágreda con el radiador a 120ºC, donde me arreglaron la avería. ¿Motivo? En mi anterior visita a quién sabe qué taller, me habían montado el ventilador al revés...
-Y sobre todo la épica aventura que supuso ir a la Bretaña Francesa con mi amigo Luis, haciendo escalas en Burdeos, Nantes, Quimper, Guingamp(donde dormimos al raso), Rennes y Cognac.
Unos me preguntaban que cómo podía caber dentro. Otros dudaban de él cuando me planteaba hacer trayectos largos. Pero mi fiel Ax ha demostrado ser inasequible al desaliento, robusto, fiable y espartano, todo ello dentro de su humildad. No tenía elevalunas eléctricos, ni cierre centralizado, ni ordenador de a bordo, ni aceleraba de 0 a 100 en 8 segundos. Ni falta que le ha hecho. Fue el primer coche que tuve en exclusiva. Me ha llevado al trabajo, de vacaciones, a las medias maratones, a ver a gente querida... Por ello, al igual que el dramaturgo Georg Dreyman le dedicó el libro "Sonata para un hombre bueno" al capitán de la Stasi, Gerd Weisler, en la formidable película "La Vida de los Otros", yo le dedico a mi querido Ax esta "Sonata para un coche bueno", escrita con el mayor de mis agradecimientos.

domingo, 14 de febrero de 2010

Crónica íntima de las reinas de España

En los cuentos que nos contaban de niños, las príncipes eran apuestos, las princesas bellísimas, y al final de la historia se casaban enamorados y vivían muy felices. En el caso de la historia de España cuesta encontrar algo parecido.
El libro "Crónica íntima de las reinas de España", de José Antonio Vidal Sales, hace una biografía de las monarcas españolas desde la primera mujer de Felipe V hasta la de Alfonso XIII, centrándose en sus intimidades y secretos de alcoba, más que en su figura histórica. Un tema que podría haberse enfocado desde la óptica del morbo y el amarillismo, es tratado con buen gusto y respeto, buscando desvelar el lado humano de las personas implicadas. Así, podemos ver cómo la "razón de estado" ha sido normalmente el principal motivo de las bodas. Se buscaba una princesa que convenía a los intereses nacionales y se le encasquetaba al príncipe o rey, quisiera o no. Para ello era común "comerle el tarro" al monarca exagerando las virtudes de su futura prometida y escondiendo sus defectos. Algunas princesas, siendo aún casi niñas, eran obligadas a venir a España desde otros países para casarse con reyes mucho mayores que ellas. En el libro se cuenta cómo esas adolescentes, lejos de sentirse felices y orgullosas como las princesas de los cuentos, estaban muertas de miedo, sobre todo a la hora de consumar el matrimonio. En muchos casos se casaban familiares (primos, sobrinos...) entre ellos, lo que producía graves defectos en la descendencia.
El poder siempre ha fascinado y atraido. Si a eso le sumamos que en los matrimonios reales el amor brillaba por su ausencia, la consecuencia es que la mayoría de reyes españoles de la época tuviera innumerables aventuras extraconyugales. Mientras a los reyes les iba más el "salir de caza", las reinas gustaban más de los amantes fijos. Es curioso cómo el pueblo llano conocía estos escarceos e incluso hacían chascarrillos y canciones sobre ellos.
Algunos reyes acabaron queriéndose, aunque no fue lo habitual. Quizá la única historia con verdadero amor fue la que unió a Alfonso XII con María de las Mercedes. Lástima que durara tan poco por la prematura muerte de la reina.
En definitiva, ni los reyes han sido siempre apuestos y bravos galanes, ni las reinas "mean colonia". Son personas que, como todas, tienen sus miedos y conflictos. Y les cuesta tanto alcanzar la felicidad como al resto de los mortales, a pesar de su poder.
Libro recomendado para todos aquellos a los que les guste la historia más allá de fechas,y acontecimientos.

sábado, 6 de febrero de 2010

Hacerse el antiguo

Mucha gente, sobre todo cuando llega a una cierta edad, intenta "hacerse el moderno". Al principio, tenía cierta originalidad, pero ahora es de lo más vulgar, y alguna vez, hasta ridículo. Para todos aquellos a los que les guste diferenciarse un poco del borreguismo y la masa, les propongo que hagan justo lo contrario. Es decir, "hacerse el antiguo", utilizando expresiones y usos pasados de moda. El efecto conseguido será tanto mayor cuanto más joven sea la persona. Se me ocurren varios ejemplos:
-Hablar en pesetas, sobre todo para referirse a cantidades pequeñas. Para rizar el rizo se pueden utilizar los céntimos de peseta.
-Llamar a los comerciales, "viajantes", y a los ingenieros técnicos, "peritos".
-Hablar de "regiones" en vez de "comunidades autónomas". Y usar nombres como "Castilla la Vieja, Vascongadas, País Valenciano o Reino de León"
-Referirse a estados que ya no existen, o han cambiado de nombre utilizando el antiguo: Yugoeslavia, Checoeslovaquia, Birmania, Zaire, la URSS, Alemania del Oeste, Alemania Democrática, Formosa, Alto Volta, Prusia...
-Pedir en el quiosco "La Nueva España", en lugar del "Diario del Altoaragón".
-Si se trabaja de locutor deportivo en televisión, decir la frase: "Para los televisores en blanco y negro, el equipo local es el oscuro, y el visitante, el claro". Y lamar a la Primera y a la Segunda, V.H.F. y U.H.F, respectivamente.
-Llamar a los refrescos "Mirindas".
-Dejarse bigote sólo, sobre todo si se tienen menos de 30 años.
-Llevar camisetas de tirantes de ropa interior.
-Usar reloj digital elegante, con correa metálica, o reloj de bolsillo.
-En el coche, usar casettes, llevar un coral en el pomo del cambio de marchas y prescindir de elevalunas eléctricos, cierre centralizado, aire acondicionado...
-Tener un móvil sin cámara, bluetooth, sonidos polifónicos... o mejor aún, no tener móvil. Y si te piden el número, dar el fijo y sin prefijo.
-Ponerse coderas en la chaqueta o rodilleras en los pantalones.
-Usar gafas de corrección visual con cristales enormes.
-Utilizar palabras como "dabuten","bofia","peluco","tronco"...
-Intentar hacerse el gracioso con chascarrillos del tipo:"Piticlin, piticlin", "ventidó,ventidó", "cuñaooo", "fistro", "no hija,no", "Ah, se siente"...

Os invito a que aportéis más ideas.

jueves, 4 de febrero de 2010

Limpio como una patena


Hace unos años me llamaban mucho la atención los medicamentos y las pastillas. Me parecía cuasi-mágico que me doliera algo, me tomaras un potingue y estuviera como nuevo. O que no pudiera dormir, y con una píldora de nada, cayera como un tronco.
Pero me fui dando cuenta de que algunas de esas cosas te producen hábito. O que te arreglan una cosa y te estropean otras cuatro. Así que, en los últimos años me he inclinado más por remedios menos agresivos y más holísticos, es decir, más enfocados al tratamiento integral de la persona. El médico alópata o convencional no es alguien al que hay que obedecer ciegamente. Es una persona que se puede equivocar, tiene su orgullo, defiende su gremio y en algunos casos es poco proclive a admitir que otros caminos pueden ser igual o más válidos que el suyo para mejorar la salud del paciente. Del tema de los intereses de las industrias farmacéuticas, mejor no hablar. Con este panorama, no es de extrañar que cada vez más gente abogue por recurrir a las denominadas terapias alternativas. Cajón de sastre en el que puede haber remedios muy eficaces y auténticos descalabros para la salud. De entre todo este mundillo, hace poco llegó a mis manos un libro llamado "Limpieza hepática y de la vesícula". En él se explican las consecuencias que tiene un incorrecto funcionamiento del hígado para nuestra salud. Unos de los motivos para que el hígado funcione mal es la formación de cálculos de bilis y colesterol que se generan por diversos motivos y que bloquean los conductos biliares. Tras recopilar algunos testimonios favorables, y me decidí a hacer la limpieza.
El método es bastante sencillo. Básicamente consiste en comer ligero durante 6 días en los que hay que beberse 1 litro de zumo de manzana diario. El sexto día hay que beberse unas sales de magnesio que saben a rayos y a última hora mezclar aceite de oliva con zumo de pomelo y trapiñárselo (aunque parezca increíble no está mal del todo). Luego te vas a la cama a dormir y al día siguiente empiezas a eliminar piedras por salva sea la parte. Yo me quedé alucinado de lo que conseguí eliminar. Cientos de pedrolos, la mayoría muy pequeños, pero algunos casi del tamaño de una moneda de 50 céntimos (como se puede ver en la foto adjunta). El proceso es totalmete indoloro. Por lo visto, el ácido málico del zumo de manzana consigue ablandar las piedras. Tampoco es un juego. Se pasan ratos un poco malos y si no se hacen las cosas bien, puede haber problemas. Pero vale la pena. Saber que todo eso lo tenía dentro y lo había conseguido eliminar me produjo una gran sensación de alivio. Y también he notado mucha más vitalidad. En definitiva, y como dice el libro, he tomado de alguna forma las riendas de mi salud. Y una vez que las he cogido, no me parece buena idea soltarlas.